02.11.2013
Hay
algo que duele y destroza de una forma que ni puede explicarse,
ni puede compararse. Es el saber que siempre terminas entre lágrimas
por algo que no puedes cambiar, algo tan arraigado en tu ser, una
faceta tan desarrollada en ti que deberías volver a nacer para
cambiarlo, llámenlo egoísmo, timidez, mentira... cada uno sabrá
reconocerlo si le ocurre. Cuando esa parte se vuelve en tu contra
sufres de una manera chocante, sufres por ti y contra ti. Te sientes
triste y te sientes estúpido por ser el único culpable de tu
infelicidad. Te sientes impotente por saberte incapaz de
cambiarlo,pese a ser consciente de que es cuestión de tiempo que
vuelva a repetirse. Y mientras te destroza a momentos y con
constancia. Lame el tiempo con paciencia porque sabe que volverá a
ocurrir. Que volverás a hacer que ocurra. Duele ser tu propio
enemigo. Duele saber que estás condenado a vivir compartiendo tu
existencia con una parte de ti que terminará destruyéndote.
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